Por: Alejandro Cabero
Fotos: Jimmy Venegas
Después de una nueva derrota, esta vez cortesía de FC Dallas, el Sporting Kansas City suma apenas 1 punto de los 18 jugados en 2025. Sí, uno. Como el que sacás cuando no estudiaste para el examen y el profesor se apiada porque te vio cara de buen tipo. Pero esto no es la escuela: es una liga profesional de futbol un negocio de miles de millones de dolares y el Sporting, más que jugar al fútbol, parece estar ensayando una versión comunitaria de “Titanic”, con Peter Vermes en el papel de director, guionista, y, por las dudas, primer violinista del cuarteto que toca mientras el barco se hunde.
Una película que vemos cada fin de semana (Aunque exigimos no volver a ver)

Sporting empezó bien, con un gol de Dániel Sallói a los 32 minutos. Fue como cuando tu amigo se pone a dieta y baja un par de libras en una semana. Todos aplauden, pero saben que al domingo siguiente lo encuentran con una docena de donas. DIcho y hecho: dos minutos después, Lucho Acosta dejando gateando en cuatro patas a Ndembe y a Rosero les empató el partido como quien dice “no te emociones”. Y a los 39, Léo Chú puso el 2-1 definitivo, con la defensa de Sporting KC en especial un mediocre Shelton mirándolo de lejos a pesar de ser el responsable de esa zona volviendo al trotecito elegante y tranquilo dejandolo a Miller con toda la presion: un Shelton sin sangre ni oficio de lateral sin paraguas y resignado.
Peter Vermes, que dirige al equipo desde 2009, sigue apostando a la fórmula del recuerdo. Cada partido es como escuchar una vieja canción de los 90, solo que esta no envejeció bien. “We’re all disappointed,” dijo en la conferencia de prensa . Y sí, Peter, lo estamos de ver una estrategia mediocre cada fin de semana. Tan dissapointed como cuando abrís la heladera a la medianoche pensando que hay pizza de la cena y solo hay una caja vacia.
Vermes perfeccionó el arte de repetir errores con convicción, arrogancia y seguridad.
Lo más preocupante no es perder. Es perder siempre igual. El equipo juega como si cada jugada estuviera escrita en piedra desde el 2015. Pases predecibles, cambios tardíos, y delanteros que se sienten más cómodos errando goles que pateando al arco. Es como si Sporting hubiera comprado un GPS roto que los lleva al mismo callejón sin salida partido tras partido.
El banquillo: un museo del loop eterno
Los cambios de Vermes siguen siendo el capítulo más aburrido del libro esos que a nadie sorprenden: cambiar a Thommy por Suleymanov o Agada por Joveljić no cambia nada, solo revuelve la sopa sin ponerle sabor al caldo. ¿Innovar? ¿Tácticas nuevas? ¿Un 4-2-3-1 camuflado? Rotations poligonales en el mediocampo tan de moda en la seleccion argentina española u holandesa? Nada de eso. Acá seguimos con el mismo libreto que escribió la naranja mecanica holandesa en 1974. Una estrategia que fue revolucionaria en la epoca de Cruyff pero que ya genero anticuerpos y a nadie sorprende.
El síndrome de la fotocopiadora Vermes
Kansas City es hoy una fotocopia de sí mismo. Cada partido es una hoja más en la impresora sin tinta, con un técnico que habla como si tuviera algo nuevo para decir, pero repite los mismos clichés de hace una década. El equipo necesita ideas nuevas, piernas frescas, y tal vez una limpia con ruda. La Dignidad de sus jugadores es lo unico rescatable de este equipo. Pero la frustracion se les ve en el rostro. Excelentes jugadores de medio calibre pero mal parados en el campo de juego: como si una orquesta tuviera a Ara Malikian tocando piano y a Lang Lang tocando el violin. Es obvio que la culpa es del director de la orquesta.
Mientras tanto, los hinchas solo piden una cosa: que al menos si se va a perder, se pierda con algo de imaginación. Porque si el barco se va a hundir y a los dirigentes de Sporting KC ya no les importa, que al menos la orquesta toque algo diferente.
Sporting KC: una tragicomedia en 6 actos (y 17 puntos perdidos de 18 que jugó)
Después de una nueva derrota, esta vez cortesía de FC Dallas, el Sporting Kansas City suma apenas 1 punto de los 18 jugados en 2025. Sí, uno. Como el que sacás cuando no estudiaste para el examen y el profesor se apiada porque te vio cara de buen tipo. Pero esto no es la escuela: es una liga profesional de futbol un negocio de miles de millones de dolares y el Sporting, más que jugar al fútbol, parece estar ensayando una versión comunitaria de “Titanic”, con Peter Vermes en el papel de director, guionista, y, por las dudas, primer violinista del cuarteto que toca mientras el barco se hunde.
Una película que vemos cada fin de semana (Aunque exigimos no volver a ver)
Sporting empezó bien, con un gol de Dániel Sallói a los 32 minutos. Fue como cuando tu amigo se pone a dieta y baja un par de libras en una semana. Todos aplauden, pero saben que al domingo siguiente lo encuentran con una docena de donas. DIcho y hecho: dos minutos después, Lucho Acosta dejando gateando en cuatro patas a Ndembe y a Rosero les empató el partido como quien dice “no te emociones”. Y a los 39, Léo Chú puso el 2-1 definitivo, con la defensa de Sporting KC en especial un mediocre Shelton mirándolo de lejos a pesar de ser el responsable de esa zona volviendo al trotecito elegante y tranquilo dejandolo a Miller con toda la presion: un Shelton sin sangre ni oficio de lateral sin paraguas y resignado.

Peter Vermes, que dirige al equipo desde 2009, sigue apostando a la fórmula del recuerdo. Cada partido es como escuchar una vieja canción de los 90, solo que esta no envejeció bien. “We’re all disappointed,” dijo en la conferencia de prensa . Y sí, Peter, lo estamos de ver una estrategia mediocre cada fin de semana. Tan dissapointed como cuando abrís la heladera a la medianoche pensando que hay pizza de la cena y solo hay una caja vacia.
Vermes perfeccionó el arte de repetir errores con convicción, arrogancia y seguridad.
Lo más preocupante no es perder. Es perder siempre igual. El equipo juega como si cada jugada estuviera escrita en piedra desde el 2015. Pases predecibles, cambios tardíos, y delanteros que se sienten más cómodos errando goles que pateando al arco. Es como si Sporting hubiera comprado un GPS roto que los lleva al mismo callejón sin salida partido tras partido.
El banquillo: un museo del loop eterno
Los cambios de Vermes siguen siendo el capítulo más aburrido del libro esos que a nadie sorprenden: cambiar a Thommy por Suleymanov o Agada por Joveljić no cambia nada, solo revuelve la sopa sin ponerle sabor al caldo. ¿Innovar? ¿Tácticas nuevas? ¿Un 4-2-3-1 camuflado? Rotations poligonales en el mediocampo tan de moda en la seleccion argentina española u holandesa? Nada de eso. Acá seguimos con el mismo libreto que escribió la naranja mecanica holandesa en 1974. Una estrategia que fue revolucionaria en la epoca de Cruyff pero que ya genero anticuerpos y a nadie sorprende.
El síndrome de la fotocopiadora Vermes
Kansas City es hoy una fotocopia de sí mismo. Cada partido es una hoja más en la impresora sin tinta, con un técnico que habla como si tuviera algo nuevo para decir, pero repite los mismos clichés de hace una década. El equipo necesita ideas nuevas, piernas frescas, y tal vez una limpia con ruda. La Dignidad de sus jugadores es lo unico rescatable de este equipo. Pero la frustracion se les ve en el rostro. Excelentes jugadores de medio calibre pero mal parados en el campo de juego: como si una orquesta tuviera a Ara Malikian tocando piano y a Lang Lang tocando el violin. Es obvio que la culpa es del director de la orquesta.
Mientras tanto, los hinchas solo piden una cosa: que al menos si se va a perder, se pierda con algo de imaginación. Porque si el barco se va a hundir y a los dirigentes de Sporting KC ya no les importa, que al menos la orquesta toque algo diferente.