Galindez enciende Texas y Balogun  apaga el incendio.

Por Ale Cabero

Fotos: Pablo Gonzalez


Entre el vértigo yanqui y los parches de Beccacece, Ecuador sobrevive en Austin gracias a su arquero, mientras Estados Unidos calibra el motor rumbo al Mundial

Austin, Texas — una ciudad donde el rock suena a WiFi y las vacas tienen código QR — fue testigo de un empate (1-1) que dejó más moralejas que goles. Ecuador y Estados Unidos firmaron tablas, pero el duelo fue cualquier cosa menos amistoso: hubo sudor, reproches y una lección táctica disfrazada de ensayo pre mundialista.

Estados Unidos dominó el trámite, Ecuador resistió con el alma y Balogun fue el superhéroe sin capa que evitó la catástrofe.

Galíndez: el santo de los reflejos perdidos

Si Ecuador sigue respirando, es porque Hernán Galíndez decidió jugar con manos de santo y reflejos de videojuego. Tapó disparos imposibles, corrigió los pecados defensivos y salvó al equipo con intervenciones de museo. A ratos, más que un arquero, parecía un bombero apagando incendios en cadena.

Detrás de cada atajada, un reclamo silencioso a su defensa: “no me dejen solo”. Pero ahí estuvo, sosteniendo el empate y recordando que los porteros también escriben historia, aunque casi nunca salgan en la foto del póster.

Ener, el golpe al alma

El capitán ecuatoriano volvió a hacer lo que mejor sabe: convertir errores ajenos en arte. A los 22’, Ener Valencia aprovechó un descuido de Richards y lanzó un zurdazo tan preciso que dejó a Turner mirando el balón como quien mira pasar una bala. Golazo.

Sin embargo, el tanto fue espejismo. Ecuador se adelantó, sí, pero nunca mandó. El resto del partido fue de los estadounidenses, que corrieron, presionaron y dominaron como si la pelota tuviera visa exclusiva

El efecto Balogun

Folarin Balogun, el delantero que suena a rapero pero define como cirujano, fue el gran problema ecuatoriano. Inquietó, presionó y empató el partido tras un error en salida, de esos que Beccacece prefiere no volver a ver ni en cámara lenta.

El gol fue justo premio a la insistencia de Estados Unidos, un equipo trabajado, ordenado y con la mirada puesta en el Mundial. No hay gambeta, pero hay sistema. No hay magia, pero hay manual.

Dos técnicos, dos filosofías

Beccacece sigue buscando la cuadratura del círculo: un Ecuador valiente, pero no suicida. En Austin probó fórmulas, mezcló piezas y sobrevivió con lo justo. Su equipo mostró carácter, aunque por momentos jugó más con fe que con fútbol.

En la otra banca, Mauricio Pochettino entendió el libreto: presión alta, intensidad medida y rotación inteligente. Dejó a Pulisic en la banca para enviar un mensaje claro: en su equipo, nadie es intocable.

Lo que viene

Para Ecuador, el empate sirve como espejo: refleja virtudes y expone fragilidades. El martes ante México no habrá margen para experimentos.

Estados Unidos, en cambio, sigue puliendo su máquina: un conjunto con músculo europeo y hambre juvenil que ya huele a Mundial.

Porque en estos partidos, los goles se olvidan. Pero la actitud —esa sí— se queda tatuada.

Y en Austin, quedó claro quién jugó con hambre y quién sobrevivió a puro Galíndez.


Posted

in

, ,

by

Tags: